viernes, 16 de octubre de 2009

RABITO, va a la escuela

4- RABITO va a la escuela

-¡Rabito ya es grande; pronto irá a la escuela!- dijo un día su mamá.

El cachorrito la escuchó y, sin esperar más, salió corriendo de su casa, se fue trotando por la calle y llegó a la escuela.

Rabito estaba tan contento de estar en la escuela que saltó de alegría y de paso, tiró de una cuerda y, ¡tocó la campana!

¡Y todos los niños salieron rápidamente al recreo!

El portero corrió para atraparlo, pero Rabito se metió en un aula. Husmeó por todos lados pero lo que más le gustó fueron las tizas.

-¡Hummm! ¡Huesos! - dijo Rabito - ¡Con lo que a mí me gustan!

Con un montón de tizas en la boca, corrió al jardín para hacer lo que hace todo perrito educado con los huesos. ¡Y empezó a enterrar las tizas!

- ¡Atrapen a ese perro! - gritó el portero.

Y lo atraparon. Pero como Rabito era tan simpático la maestra le permitió que se quedara en la clase un ratito.

¡Y como tenían clase de dibujo, todos los niños dibujaron a Rabito!

Al mediodía, Rabito volvió a su casa con el hocico blanco de tiza.

-¡Rabito! - dijo su mamá - . ¿Dónde estuviste?

-¡En la escuela! - contó su cachorro -. ¡Ya estoy en primer año!

Entonces su papá, a pesar de que tenía muchas ganas de reír, se puso serio y le explicó:

- Hay una escuela que te gustará más que esa : es la escuela de los cachorritos. ¡Allí queríamos mandarte!

Al día siguiente empezó a ir a clases. Un perro muy sabio le enseñó a saltar cercos, atrapar una pelota en el aire y a esconder huesos.

Rabito corrió hasta cansarse. Y pensó:

"!Ésta sí que es una escuela divertida!"


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martes, 6 de enero de 2009

TEODORO, el gato amigo...



TEODORO, el gato amigo...

Una noche Papá y Mamá se iban a una fiesta, él se había puesto su corbata nueva y ella su collar de perlas, estaban muy elegantes.
"Todo está tranquilo", dijeron.
Y clic-clic cerraron la puerta con llave.
Lucí, la pecesita, dormía en su pecera, Katty, la bebé, en su cuna, la Abuelita en su gran cama y Teodoro el gato, junto a la estufa.
¿Oyen en snorriiiiprich? ¡Son los ronquidos de los cuatro amigos bien calentitos en su sueño!
En eso Katty dijo: "¡achipón!",que en el idioma de bebé quiere decir: "Estoy aburrida".
Y por supuesto Teodoro se despertó en seguida.
"Ya sé, te voy a hamacar", dijo. Y se subió al ropero y encontró globos sin inflar.
Después sopló y soplóo y soplóooo y cuando tuvo grandes globos de colores los ató a un lado y a otro de la cuna de Katty.
Y la cuna se levantó un poquito y empezó a flotar como si fuera un barquito.
¡Como se reía Katty!
Pero la que no se reía nada era Luci, la pescadita.
"Yo me aburro todo el día y nadie se preocupa por mí", dijo en idioma de burbujas.
¡Entonces Teodoro, con la mano, llenó la pecera de olas! ¡Qué divertido!
"¡Chist! ¡Chist! No te olvides de nosotros, Teodoro", dijeron Roki, Soki y Toki, los ratoncitos. "Hace mucho que no nos corres, estamos aburridos", se lamentaron.
¡Y Teodoro para divertirlos los persiguió por todo el comedor!
En ese momento, la Abuelita abrió un ojo y dijo: "Soñé que todos en la casa estaban despiertos, voy a ver".
Y encontró a Katty llena de globos, a Luci muerta de risa y el comedor totalmente desordenado, entonces dijo: "Todos a dormir".
En eso "clic-clic" volvió a sonar la cerradura de la puerta.
Mamá y Papá volvían de la fiesta.
La Abuelita ya dormía en su cama.
"Todo está tranquilo", dijeron bostezando.
¡Y Teodoro se reía, acurrucadito en su almohadón de terciopelo!.
Y colorín colorado otro cuento ha terminado.



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sábado, 3 de enero de 2009

ROSITA, la ardillita glotona…




2- ROSITA, la ardillita glotona…


A algunos niños les gustan los globos… Pero a Rosita, la ardilla, le gustaban las nueces. Todos los días, cuando se despertaba, iba a la cocina. Se subía en un banquito y agarraba una lata de arriba del mueble. Allí estaban las nueces.

Después de lavarse la cara, se cepillaba el pelo ( ya que era muy coqueta), y salía de su casa.

Pasaba al lado de un árbol grande, y de otro chiquito: detrás se veía un frasco. ¡Y le comía la miel de su escondite al oso pardo!.

-Solo me falta una cosa- se decía Rosita. Y con un golpecito alegre llamaba a una puerta.

-¿quién es?- preguntaba Don Topo, sin ver.

Pero Rosita, muy calladita, le sacaba el azúcar y le ponía unos copitos de algodón.

Claro, Rosita estaba muy contenta con la barriga redondita… pero sus amigos del bosque se enojaron y decidieron darle una lección. Entre todos levantaron una casa chiquita con ventanas y buzón, ¡y se la regalaron a Rosita!

-¡Qué buenos son ustedes!-dijo la ardillita, besando emocionada a sus compañeros.

Y se encerró en su casita. ¡Entonces descubrió en un estante nueces, miel y azúcar. ¡Pronto tuvo los bigotes llenos de golosinas!

Al día siguiente vino Luís, el canguro:

-¡Hola, Rosita, te invito a mi fiesta!

-¡Pero eso si que es una buena idea!-respondió Rosita.

Y en ese momento descubrió una cosa:¡Había comido tanto que no pasaba por la puerta!

Primero empujó un poquito, luego otro más, pero no había caso.¡No podía salir!

Y allí se quedó apoyada en la ventana, con cara de disimulo, mientras sus amigos iban a la fiesta de Luís el canguro.

Desde esa vez, todos los días, no bien se despierta, Rosita va a la cocina. Se sube al banquito, toma las nueces y sale de casita.

Así, si come mucho, no se perderá la fiesta de nadie, ¡pues ya está afuera!

 Y colorín colorado este cuento ya se ha acabado.

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jueves, 1 de enero de 2009

PEPITO, el conejito haragán





PEPITO, el conejito haragán

Había una vez un simpático conejito llamado PEPITO, que era el más haragán de todos los conejos.

 Se pasaba todo los días sentado en el tronco de un viejo árbol con una flor en la boca y mirando el ir y venir de los pajaritos.

Cuando se aburría de mirar los pajaritos se iba a corretear por las flores, a cazar las alegres y brillantes mariposas.

¡Era muy lindo correr entre las margaritas y las violetas!

Cuando se cansaba de cazar mariposas, le pedía prestado el violín al simpático Tío Grillo, y salía rapidito para el bosque tocando y bailando, sin acordarse para nada de ir a la escuela y estudiar o ponerse a trabajar.

Pero un día, encontró a su Mamá llorando.

-¿Por qué lloras, Mamita?- preguntó Pepito.

-Porque ya estoy muy vieja, y no puedo buscar zanahorias para comer. Y porque el techo tiene muchas goteras…

Entonces, al ver a su Mamá tan triste Pepito también se puso a llorar, porque él quería mucho a su Mamá.

Esa misma mañana pidió una pala a los enanitos del bosque, y se fue a buscar zanahorias para que su Mamá no llorara más.

Después, fue con el Señor Oso y le pidió prestadas las herramientas, y a fuerza de clavos, tablas y martillazos arregló los agujeros del techo.

También pintó las paredes de blanco y las ventanas de verde.

Y aún le quedó tiempo para ir a la escuela, y de sentarse en un banco y de escuchar a la maestra con tanta atención que empezaron a dolerle las orejas, pero se sentía muy pero muy contento porque había aprendido mucho…

Al volver a su casa, la Mamá le dio un gran beso y le había preparado una torta de zanahoria.

Pepito ya no era más un conejito haragán, había aprendido a trabajar y su Mamá estaba muy orgullosa de su hijito.

Y colorín  colorado este cuento se ha acabado.


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